Ya no quedan más idealistas.

Ya no quedan idealistas. ¿O quizá ya no haya más ideales para defender? No sé.
Desde que somos chiquitos escuchamos la historia de gente dispuesta a morir (y gente que efectivamente ha muerto) por una causa. Historias de revolucionarios, patriotas, luchadores y defensores de una causa. Quizá no importa si lo que querían llevar a cabo era independizarse de una Europa colonialista (o de un Estados Unidos imperialista), si querían llevar a cabo una revolución socialista, una revolución liberal. Todos, a su manera, luchaban por la libertad, la libertad de elegir como gobernarse, y de no tolerar los abusos de aquellos que detentan el poder.
Sin importar a qué costo, ellos luchaban contra viento y marea, y lo hacían porque sabían que era el único modo posible mediante el cual la situación realmente podría mejorar para su causa y los suyos. Zurditos a veces los llamaban, ilusos, ingenuos, luchadores de una causa perdida, subversivos, rebeldes, resistencia. Pero todos compartían la entrega altruista hacia una causa que los superaba, quizá con medios drásticos, pero con un fin a perseguir.
Miro a nuestros antecesores y me da tristeza, la desilogización, la despolitización. Ya no quedan idealistas, luchadores de causas perdidas. Quizá estamos muy ocupados consumiendo en masa para dedicarnos a luchar por algo que nos excede, quizá somos demasiado cobardes para arriesgarnos. Nuestro lugar es demasiado cómodo… A mi simplemente me da tristeza. Hay tanto por hacer y tan poco compromiso…